Finaliza el año y el escenario 2022 luce complejo. El gobierno se quedó sin presupuesto, y el acuerdo con el FMI está encaminado, pero aún lejos de la rúbrica. Así las cosas, la segunda mitad del mandato de Alberto Fernández parece destinada a generar los ajustes estructurales que la macroeconomía plantea desde hace tiempo. A ello se refirió en diálogo con PULSO, el economista Rodrigo Álvarez, de extensa trayectoria en la asesoría financiera, cuya empresa desde hace un tiempo tiene base en Neuquén.

PREGUNTA: Con el presupuesto caído¿Está más lejos el acuerdo con el FMI?
RESPUESTA:
El entendimiento tarde o temprano va a llegar. Eso tendrá un costo político y el interrogante es como se reparten ese costo. No hay forma de que el acuerdo no genere un impacto importante para quien ejecuta ese acuerdo. Ello es así porque no hay forma de acomodar la economía sin tocar variables que son muy sensibles. Ahí está el meollo de la cuestión. Los argentinos deberemos entender que sin estabilización no hay crecimiento posible.

P: ¿De qué hablamos cuando hablamos de un plan de estabilización?
R:
El primer punto que hay que poner sobre la mesa son los niveles de inflación. Tenemos una economía que finalizará el año con un 50% de inflación habiendo forzado dos anclas como son el tipo de cambio y las tarifas. En un ordenamiento, el primer elemento es un movimiento del tipo de cambio. El Fondo Monetario señala que el atraso es del 30%. La primera discusión es “cómo suelto al dólar”. Ahí no puede haber shock.

En el mejor de los casos, debiera haber una aceleración con una recomposición real del tipo de cambio de unos 10 puntos porcentuales, concentrada en los cuatro primeros meses del año. La segunda discusión son las tarifas. Allí al hablar de segmentación, lo que decimos es que hay un sector al que habrá que cargarle un aumento mucho mayor al de la inflación. Son dos variables que tendrán un impacto muy grande en los sectores medios y altos de la sociedad: la canasta dolarizada y las tarifas segmentadas.

P: Soltar esas dos variables impacta en el nivel de precios ¿cuál podría ser el ancla nominal en 2022?
R:
Hay muchas chances de que el ancla en 2022 vuelva a ser el salario. Que las negociaciones paritarias, vuelvan a quedar por debajo de la inflación. Con esa dinámica, con una masa salarial que no se recupera y sigue perdiendo en términos de poder adquisitivo, es muy difícil pensar en una economía que crezca el año que viene.

P: El salario real ya viene golpeado ¿soporta un ajuste todavía mayor en 2022?
R:
Llevamos cuatro años en los que el salario real viene perdiendo. Es por ello que el gobierno hace foco todo el tiempo en la crisis que heredó, y pretende que el costo de la estabilización que viene, sea compartido, incluso con la próxima gestión. Estamos hablando de un acuerdo con el FMI a 10 años.

No le podemos pedir a la economía que realice todo el ajuste de precios relativos durante el primer año, porque el punto de partida es 50% de inflación. También hay que entender que estamos en un “equilibrio de filo de navaja”. Podemos hacer el planteo, pero en el camino pueden cambiar cosas, y no hay que desconocer que otras pueden salir mal.

La brecha no va a entrar en niveles lógicos hasta la próxima gestión. El arco está corrido varios años. El objetivo inmediato es acordar con el FMI y encaminar la estabilización de la economía.

P: ¿Cuál es el riesgo principal en ese sendero?
R:
La realidad es que no existen muchas chances de que la brecha se desplome en el corto plazo. Vamos a tener que convivir con un nivel alto de brecha. Eso implica que no vamos a poder acumular reservas. Y si no podes acumular reservas, no podes despejar el horizonte externo. Si no se despeja el horizonte externo, eso implica que en algún momento habrá que hacer una nueva re estructuración de deuda. Si se proyectan los números sobre este escenario, todo indica que quien gobierne desde 2023, deberá plantear un nuevo canje de deuda a partir de 2024. Todo ello es clave si se pretende que se recupere la inversión.

P: ¿En qué sentido lo plantea?
R:
Cuando uno piensa en la recuperación de la inversión hay que plantear tres variables: brecha cambiaria, riesgo país, y la posibilidad de que Argentina deje de ser una economía extremadamente riesgosa y vuelva a estar en el mapa de los principales inversores.

El riesgo país no va a bajar en el corto plazo, al menos hasta que suceda un nuevo canje de deuda. Incluso para los países que han arreglado con el Fondo, el proceso de convergencia del riesgo es largo. La brecha no va a entrar en niveles lógicos hasta la próxima gestión. El arco está corrido varios años. El objetivo inmediato es acordar con el FMI y encaminar la estabilización de la economía.

P: El riesgo país cuando se desató la crisis en 2018, era de 900 puntos. Hoy después de la re estructuración y a punto de arreglar con el FMI, es de 1.700 ¿Se evalúa el riesgo económico o se castiga al peronismo?
R:
Está claro que el kirchnerismo y el oficialismo, no seducen al mercado. Es evidente que el mercado ni confía ni simpatiza con el gobierno. Pero yendo a los datos duros, la realidad es que no hay chance de pagar en 2025 lo que se acordó en la re estructuración del año pasado.

Salvo que el acuerdo con el FMI se de en condiciones excepcionalmente favorables para la Argentina, con algún desembolso significativo de fondos frescos, los vencimientos desde 2025, en una situación en la que no se pueden acumular reservas, serán difíciles de afrontar. El mercado hace una lectura fría. Esa es la verdadera razón de la caída en la cotización de los bonos y el valor bursátil de las empresas argentinas.

 

Entrevista por Diego Penizzotto para la editorial PULSO del Diario Rio Negro